A partir de los tres
años y hasta finalizar el desarrollo, el niño o la niña entra en un
periodo de la vida que puede dividirse en tres etapas diferentes:
preescolar (3-6años), escolar (6-12 años) y adolescente. Es importante
conocer las características diferenciales de cada una de ellas en edad,
maduración y crecimiento para comprender mejor las conductas
alimenticias y requerimientos nutricionales de cada momento.
A partir de los tres
años el ritmo de crecimiento se hace más lento y estable hasta que se
inicia el estirón puberal, aproximadamente a los 10 años en las niñas y a
los 12 años en el niño. La talla aumenta de 5 a 7 cm por año y la
ganancia de peso, sigue una curva ascendente, en torno 2,5 y 3 Kg por
año.
Este periodo se
caracteriza por una disminución de las necesidades energéticas y
plásticas para el crecimiento como consecuencia de la menor velocidad
del incremento de la masa corporal. Han adquirido las habilidades
neuromotoras y alcanzado la madurez en la mayoría de los órganos y
sistemas, que permiten al niño utilizar cada vez instrumentos culinarios
más complejos, tolerar una alimentación variada e incorporarse a la
mesa y a la comida del adulto. A partir de los 2 años el niño o la
niña presenta una menor avidez por los alimentos relacionado con la
citada disminución de los requerimientos energéticos y que es un proceso
fisiológico que no debe preocupar a los padres. Asimismo tienden a
presentar una gran variabilidad en la ingesta calórica de una comida a
otra, de forma que una ingesta elevada en una comida puede ser
compensada por una ingesta baja en la siguiente, manteniendo una ingesta
calórica total diaria bastante constante. En cambio, el gasto
energético consumido en la actividad física es cada vez mayor y está
sometido a grandes variaciones individuales para las cuales el niño o la
niña adapta su ingesta calórica en condiciones normales.
Es preciso establecer tempranamente en el niño o la niña hábitos dietéticos que aseguren una ingesta rica y variada de alimentos con distintos nutrientes, texturas, colores y sabores, que le permitan una adecuada nutrición y un óptimo crecimiento, y la adquisición progresiva de preferencias alimentarias y una apropiada capacidad de selección.